Aprender un idioma: flechazo y placer sensorial

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Hoy os voy a hablar de placer sensorial y de amor. Seguro que os preguntáis qué tiene que ver con los idiomas. Espero que cambiéis de opinión una vez hayáis leído este artículo.

¡ Todo es química !

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Algunas hormonas y neurotransmisores juegan un papel clave tanto en el placer como en el aprendizaje: la dopamina, le serotonina, las endorfinas y la oxitocina son sustancia producidas por el cerebro. Se liberan cuando hacemos algo que nos gusta o cuando vivimos una experiencia agradable: comer chocolate, coger de la mano a una persona a la que amamos, hacer deporte, aprender algo que nos interesa, etc. Una vez liberadas en el cuerpo nos procuran una sensación de auténtico bienestar y pueden llegar a ser adictivas. Sentiremos la necesidad de volver a vivir esas sensaciones placenteras. Ahora bien, esas sustancias juegan un papel fundamental en el proceso de aprendizaje ya que regulan funciones tan importantes como la atención, la memoria, la confianza en uno mismo o la motivación. De esta manera, si el aprendizaje está asociado a una percepción positiva recordamos mejor, nos concentramos mejor, tenemos más motivación y tenemos ganas de seguir.

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Sin embargo, otras sustancias tienen el efecto contrario: las experiencias negativas y estresantes pueden provocar la liberación de adrenalina y de cortisol que bloquearán algunas funciones indispensables en cualquier aprendizaje. Entendemos mejor el papel decisivo que juegan nuestras percepciones y experiencias en nuestros logros y fracasos.

De ahí que obligar a alguien a aprender algo no tenga más sentido que obligarle a querernos. 

Aprender, inicialmente, es una necesidad y un placer. El niño pequeño siente curiosidad por todo lo que le rodea, tiene una sed insaciable de conocimiento. Quiere aprender a hablar y para ello practica sin descanso. Quiere entender el mundo y hace mil preguntas. Quiere hacerlo todo, probarlo todo. Ese entusiasmo nos asombra pero vemos su fin como una fatalidad: al crecer nos volveríamos naturalmente menos curiosos, perderíamos ese potencial, esa capacidad de aprender todo lo que queramos. Pero ¿es realmente así? No lo creo.

Son el entorno, las interacciones con los demás y las experiencias que vivimos los que bloquean nuestra realización. 

abandoned-1251616_1920.jpgBastará con que nos cuiden adultos poco atentos o que nos rebajen, que crezcamos en un marco demasiado estricto para desanimarnos. Órdenes, reproches, críticas, malas notas, etiquetas, aburrimiento… Muy ponto nos enseñan que aprender no es nada divertido. Más bien parece ser algo serio y tan poco natural que sólo lo podríamos lograr bajo amenazas y coerción. Nos convencen de que se nos dan mal las mates, la lengua, los idiomas, las ciencias o el deporte; que o bien tenemos facilidad para algo o bien no la tendremos nunca; que no podemos aprender por nosotros mismos sino que debemos escuchar y hacer lo que nos digan. Yo también lo creía. Pero en realidad el mero hecho de que nos digan que tenemos que hacer algo que no tiene sentido para nosotros puede aniquilar el placer de aprender.

Os puedo asegurar que los niños a los que no se les obliga ni critica siguen teniendo aquel potencial de entusiasmo, siguen queriendo aprender y saben que pueden aprender lo que quieran como ellos quieran. Lo veo todos los días.

No, nadie nos puede obligar a querer algo pero cuando somos libres de elegir lo que queremos aprender y cómo lo queremos aprender entonces podemos enamorarnos. Me gusta comparar la relación con los idiomas con la relación amorosa. Y no sólo se trata de una figura retórica.

En efecto, la oxitocina, que desempeña un papel clave en el aprendizaje, es también la hormona del amor y del apego entre los seres, en la pareja y en la familia.

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Sí, podemos enamorarnos de una lengua. Y entonces podemos hacer lo imposible. Nos pasamos el tiempo pensando en ella, hablando de ella, haciendo lo posible para tenerla cerca, le dedicamos todo nuestro tiempo hasta el punto de olvidarnos de necesidades tan básicas como comer o dormir, soñamos con ella.

Y para dejarse conquistar uno debe estar disponible a nivel emocional. Si ya hemos sufrido demasiado igual nos cuesta dejarnos llevar por temor a quedarnos decepcionados una vez más. Primero debemos volver a confiar en nosotros mismos, recordar que estamos vivos y que todos tenemos la capacidad de aprender. Tenemos que experimentar.

Todo lo que pueda despertar nuestros sentidos y nuestra curiosidad podrá ayudarnos a superar nuestros miedos.

Igual nos ayuda viajar y descubrir otras culturas. La novedad es siempre una buena manera de abrirnos ya que nos lleva a ir más allá de lo que conocemos de nosotros mismos y a ver el mundo con ojos nuevos.

Pero aunque no tengamos la posibilidad de viajar, siempre podemos ir en busca de novedad. Igual sentimos un flechazo al ver una peli o al escuchar una canción, quién sabe. O quizás nos sintamos atraídos por una lengua que nos había dejado indiferentes hasta ahora.

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Para mí aprender un idioma, más que un proceso intelectual es una exploración sensorial. Las sonoridades de la lengua pueden crear un abanico de colores, de perfumes y de emociones. Esas sonoridades desconocidas me emborrachan. Siento un placer real al intentar pronunciar sonidos y palabras en otro idioma. Me encanta experimentar hasta alcanzar la pronunciación exacta; la cultura, las tradiciones, la cocina me cautivan. Para mí se trata de un viaje sensorial. Y luego llegan las primeras veces juntos: las primeras palabras descifradas (sobre todo cuando se trata de una escritura nueva), la primera novela leída; el momento en que todo se vuelve nítido y entiendo las conversaciones auténticas como por arte de magia; y aquel en que por fin tengo la sensación de poseer el idioma.

Todos esos momentos quedaron muy lejos en nuestra lengua materna. Y sin embargo cada vez que aprendemos un idioma nuevo los podemos volver a vivir. ¿No os parece increíble?

¡Dejémonos llevar! ¡Experimentemos! ¡Disfrutemos! ¡Divirtámonos! Es la mejor manera de aprender un idioma.

Una respuesta a “Aprender un idioma: flechazo y placer sensorial”

  1. […] en la memorización , la atención y la motivación (ya hablé de ello en mi artículo sobre Flejazo y placer sensorial al aprender […]

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